Historia de los hermanos Añaños
Kola Real fue fundada en 1988 por la familia Añaños. Un grupo de seis hermanos y
sus padres crearon la empresa en el patio de su casa para lograr más ingresos,
debido a que no podían vivir de su fuente normal, la agricultura,
porque el terrorismo asolaba al Perú en ese tiempo y era difícil obtener
el sembrío.
Ángel Añaños creó el sabor de Big
Cola, primero eliminó del jarabe la muy marcada concentración cítrica de Kola
Real (primera bebida de Ajegroup), combinó diferentes esencias hasta lograr el dulzor de la bebida.4
Las primeras gaseosas de Kola Real
eran comercializadas en botellas de cerveza, aprovechando que el hermano mayor
de los Añaños, Jorge, tenía experiencia con la distribución de esa bebida.
Empezaron a producir en una rudimentaria máquina llamada "Atahualpa",
que aún se conserva en una de las plantas en el Perú. La formación técnica de
los hermanos, que en su mayoría eran ingenieros, permitió
que elaboraran una agradable bebida, sin muchos químicos. Se comenzó a
distribuir entre los vecinos, luego entre los pobladores de la localidad donde
vivían, y poco a poco fueron extendiéndose hasta alcanzar otras ciudades del
Perú. Paradójicamente, el crecimiento de la empresa se favoreció con la
decisión de los grupos terroristas de solo dejar ingresar a Ayacucho a los camiones con productos que pagaran cupos, por lo que la
competencia con otras bebidas fue muy pequeña.5
A inicios del año 2010 renovó su imagen con un nuevo
logotipo y nombre, denominándose KR. La Embotelladora San Miguel del Sur (que
pertenece a una parte de la familia Añanos, independiente de Ajegroup) continúa
usando la denominación Kola Real y el logo anterior.
El 4 de octubre del 2010, Ajegroup se convirtió en
socio regional del último campeón mundial de clubes, Fútbol Club Barcelona, tras firmar en el Camp Nou un convenio para patrocinar al club con la marca KR en los
próximos 12 meses.6
En el mismo año 2010 llegó a convertirse en el socio
de la Federación de Fútbol Inglés, usando la imagen de Joe Hart portero de la Selección inglesa y del Manchester City en la región de Asia, con el fin de promocionar su imagen y obtener un mayor números de
adeptos en el continente.
En el año 2014 llegó a convertirse en el
auspiciante del Club Sport Emelec llevando su logo en las mangas de su uniforme.
En el año 2015 llegó a convertirse en el
auspiciante de Sociedad Deportiva Aucas llevando su logo en las mangas de su uniforme hasta el año 2017.
Presencia
internacional
Kola Real tiene ahora presencia en
muchos países de América Latina, expandiéndose a Ecuador, Venezuela, México, Costa Rica, Panamá, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Colombia. Se debe en parte a que no trabajan con el sistema normal de franquicias, sino que son los hermanos los que en conjunto se
"autofranquician" realizando proyectos de apertura de instalaciones
propias.7
Kola Real es una de las marcas más
populares de Ajegroup, uno de los innovadores más grandes en el sector de la
bebida del mercado latinoamericano, la compañía ha crecido y se ha ampliado no
solamente en Perú, sino también en Ecuador, Venezuela, México, Costa Rica,
Chile, República Dominicana y Guatemala, y siempre manteniendo su misma regla
de oro “calidad al precio justo”, el porqué de su bajo costo, se debe en parte
a que no trabajan con el sistema normal de franquicias, sino que son los
hermanos los que en conjunto realizan los proyectos de apertura de
instalaciones propias, recortando muchos gastos generados por una tercerización
del producto.
Kola Real en México
En las afueras de la ciudad de Puebla (México), en la zona industrial (Corredor Industrial Quetzalcóatl), se
encuentra la llamada megaplanta de Ajemex. La planta tiene cuatro líneas de embotellado
totalmente automatizadas y una quinta se encuentra en prueba. Casi no existe un
personal al interior de la misma, por la presencia de gigantescos robots que
realizan casi todo el trabajo. Kola Real fue introducido en México a principios
del 2004.
Big Cola en Asia
Big Cola es consumida rutinariamente
por aproximadamente 100 000 000 de personas en Indonesia, Tailandia,
Vietnam, India y otras naciones.
De Kola Real y los Añaños se ha dicho mucho. Que
son la típica historia de pobres que se volvieron ricos, que su modelo es el
emblema de éxito empresarial en el Perú, que hay una fuerte rivalidad entre
hermanos, y otras cosas. Su caso empresarial se estudia y comenta en la mayoría
de universidades y cursos vinculados a los negocios y el emprendimiento. Si
eres un peruano que recién comienza, seguramente quieres llegar a tener el
éxito de los Añaños.
Industrias San Miguel (ISM) mueve una cartera de
productos con un nivel de ventas a nivel global de US$175 millones. En tanto,
en el 2011 el Grupo AJE (empresa de otra parte de la familia) alcanzó ventas
por US$2 mil millones y se ha propuesto estar entre las 20 multinacionales más
grandes del planeta.
ISM cuenta con dos plantas en el Perú (en Huaura y
en Arequipa), una en República Dominicana y otra en Brasil. Además, exporta
sus bebidas a Chile, Bolivia, Haití e islas del Caribe. Por otro lado, el
Grupo AJE cuenta con 23 plantas de embotellado (ocho en el Perú, cinco en
México, y una en Brasil, Ecuador, Costa Rica, Colombia, Guatemala,
Venezuela, Tailandia, Indonesia, Vietnam e India), además de siete plantas de
inyección. Con su amplio portafolio, vende 3 mil millones de litros de bebidas
cada año.
Tomando en cuenta las
cifras anteriores, por momentos cuesta trabajo comprender cómo una familia de
clase media que vivía en la provincia de Huamanga (una de las 11 que conforman
el departamento de Ayacucho, en la sierra peruana) dio el salto desde un
pequeño negocio familiar para ser el gigante empresarial que es ahora. Sobre
todo si se toma en cuenta que sus inicios se dieron en los años ochenta,
cuando el terro- rismo crecía y se fortalecía en el Perú, y que una de las
zonas más afectadas fue, precisamente, Ayacucho.
LOS INICIOS DE ISM
Nivardo Añaños era
propietario de la hacienda Patibamba, en San Miguel, Ayacucho. Antes
de fallecer, la parceló
y la repartió entre sus hijos. Uno de ellos era Eduardo
Añaños. Él y Mirtha Jerí –que
era maestra– se casaron y tuvieron
seis hijos: Ángel, Arturo, Carlos, Vicky, Álvaro y Jorge. Eduardo y Mirtha se
dedicaban a la agricultura y eran dueños de algunos fundos.
Jorge, el mayor de sus
hijos, conoció a una joven en la Universidad de Huamanga con la que se casó
en 1983. Esta unión matrimonial marca un punto vital en la historia
empresarial y en la incursión en el negocio de las bebidas de toda la familia.
Era una mañana de 1980
y Jorge Añaños caminaba rumbo a una clase por la Facultad de Ingeniería
Química de la Universidad San Cristóbal de Huamanga. En el trayecto notó que
una chica miraba impaciente por la ventana de un salón. Era Tania Alcázar y
examinaba desesperadamente la hora porque había llegado tarde a una de sus
clases y estaba calculando el momento preciso para entrar sin que se percaten
de su demora. Jorge le preguntó la hora (típico cortejo). Desde ahí
comenzaron a hablar y al poco tiempo se hicieron enamorados.
Jorge se graduó como
ingeniero agrónomo y Tania como ingeniera química. Se casaron y el
empeño de ambos los llevó a pensar rápidamente en los negocios y a qué se
dedicarían para triunfar y formar una familia. Don Eduardo, el padre de Jorge,
solía decirle: “Tú eres un excelente profesional, no pienses en hacer
negocios pequeños, piensa en algo grande”. Y
vaya que resultó ser grande con el paso de los años. Pero en esos momentos ni
se imaginaban lo que vendría. Viajaron a las cataratas de Iguazú, y a su
regreso pusieron una sanguchería en la Plaza de Armas de Huamanga, a la que
bautizaron como ‘Iguazú’. La atracción inicial
del negocio eran unos sánguches gigantes que habían visto en su viaje y que
no existían en Ayacucho. Luego decidieron incluir cervezas y gaseosas a la
oferta.
Luego de un ataque
terrorista a su fundo, los padres de don Jorge decidieron partir a Lima con
tres de sus hijos. Otros dos ya se encontraban en la capital. Jorge, el sexto
de ellos, decidió permanecer en Ayacucho con Tania porque, pese al de- licado
contexto, sentían que tenían mejores oportunidades allá. Los ataques de
Sendero Luminoso en la ciudad de Huamanga hicieron que, al caer la noche, la
gente abandonara las calles para refugiarse en sus casas. Ahí, sin embargo,
mantenían la costumbre de celebrar los cumpleaños y las fiestas
patronales, todas acompañadas de cerveza y gaseosas. Las bebidas terminaron
siendo mejor negocio que la comida. Fue este el momento en que decidieron
cerrar el restaurante y convertirse en distribuidores mayoristas de ambas
bebidas. Compraron una camioneta de segunda mano y empezaron a distribuir
cerveza como producto principal y gaseosas, tanto en Ayacucho como en otras
provincias cercanas. Todo iba muy bien, pero el avance del terrorismo comenzó
a impedir la llegada de diversos productos, entre ellos las de estas bebidas.
Don Jorge buscó entonces a los pequeños productores locales para distribuir
las gaseosas que elaboraban artesanalmente. En ese afán se percató de
que el proceso era menos complejo de lo que él pensaba, y de que, con sus
conocimientos y los de su esposa, podían mejorarlo y producir gaseosas de más calidad. Lo más
importante, le pidieron pagar por adelantado la compra de 400 cajas que se las
entregarían en cuatro días. Así fue que detectó que había una demanda
insatisfecha en la zona. Empezaron entonces a buscar la maquinaria que se
requería para su proyecto, para el cual contaron con la participación de los
padres de Jorge, don Eduardo y doña Mirtha. Este es el segundo momento clave
en el inicio de los Añaños.
NACE UN GIGANTE
En 1986, se reunieron en
la casa de los Añaños- Jerí para tomar una decisión importante: comenzar
una empresa familiar en el rubro de las bebidas. Doña Tania venía de una
familia de negocios, con propiedades e inversiones en la zona, por lo cual
tenía visión e intuición especiales para ello. La caracterizaban, además,
su temple y su personalidad aguerrida, que contrastan equilibradamente con lo
reflexivo y reservado que es don Jorge. Luego, en otra reunión doña Mirtha
propuso el icónico nombre Kola Real.
Los esposos Jorge
Añaños y Tania Alcázar se dedicaron a investigar arduamente los gustos de su
público y a probar muestras con diferentes sabores. Todo iba viento en popa,
excepto por el
miedo generalizado en ellos y en la población ante la creciente presencia
terrorista de Sendero Luminoso en la zona. Don Jorge sabe muy bien lo peligroso
que puede ser. Una madrugada lo vivió en carne propia. Una veintena de
policías apareció por su fundo pidiendo ayuda tras un enfrentamiento con
senderistas. Algunos de ellos estaban heridos. Entonces, cogió un camión y
evacuó a los que estaban muy graves. Todos estaban aterrorizados. Jorge Añaños
recuerda este episodio con mucha claridad, y cuando habla de él se le quiebra
la voz. Lo marcó y lo llevó a no volver a pisar el fundo durante mucho
tiempo.
Pero aun así decidieron
permanecer en Ayacucho y, en 1988, tras dos años de conversaciones y
planeamiento del negocio, los esposos Añaños-Jerí y el matrimonio
Añaños-Alcázar montaron su primera planta de gaseosas en la casa de Huamanga
de don Eduardo y doña Mirtha (específicamente en el patio). Con el aporte de
US$7 mil conseguidos de la venta de un tractor, un préstamo del Banco
Industrial de US$23 mil para el cual se puso en garantía la casa también del
patriarca y las utilidades generadas por el negocio de distribución de
cervezas de don Jorge, en 1988 adquirieron su primera máquina de embotellado,
a la que llamaron Atahualpa. La capacidad de producción era de 48 cajas por
día. Como envase utilizaron las mismas botellas de cerveza que siguieron
distribuyendo hasta finales de los noventa. La primera botella de Kola Real vio
la luz el 23 de junio de ese año con una etiqueta de colores naranja y
amarillo y el nombre de la marca en letras verdes estridentes. El sabor
escogido fue el naranja, para lo cual participaron los hermanos Añaños-Jerí
y la familia Añaños-Alcázar.
Comenzó así la
aventura de Kola Real en Ayacucho. Con cinco sabores (cola, naranja, fresa,
limón y cola amarilla) llegaron a tener hasta 11 distintos. ¿Por qué tantos?
Una de las premisas más importantes del negocio, que la mantienen hasta ahora,
es adaptarse a los gustos y las costumbres de los mercados en los cuales
incursionan mediante una nutrida y diversificada cartera de productos que les
permita enfrentar a las corporaciones de bebidas que dominan el globo. Incluso
ofrecían sabores que ni siquiera sabían si gustarían. Por
ejemplo, ¿puede usted imaginarse bebiendo una gaseosa de papaya? Pues ese
sabor es hoy en día una sensación entre nuestros vecinos chilenos, e
Industrias San Miguel lo sabe muy bien tras haberse atrevido a lanzar al mercado
la Kola Real con ese sabor. Un éxito.
Por entonces, hacían
pruebas de laboratorio en la Universidad de Huamanga, donde estudiaron, y
luego pusieron un pequeño laboratorio en la planta de producción. Tras
numerosos exámenes orgánicos y fisicoquímicos pudieron sacar al mercado un
producto de calidad y que tuvo muchísima acogida. Las cosas resultaron
muy bien desde un inicio. Ya lo había pensado don Jorge antes de lanzarse a esta aventura: “Había mucha demanda por esas gaseosas, lo que
faltaba era oferta”. Y oferta fue lo que dieron. A comienzos de los
noventa, en Andahuaylas llegaron a tener el 60% de participación en el
mercado de gaseosas. Lo mismo ocurrió en Abancay.
ISAAC LINDLEY
Isaac era el menor de ocho hermanos, pese a
ello estaba destinado a convertirse en la cabeza de Inca Kola. La muerte de su
padre José Robinson Lindley y la de sus cuatro hermanos mayores en un corto
tiempo, hicieron que asumiera la dirección de la compañía en 1945.
Una gerencia inesperada
Luego de esa tragedia familiar, convocó a una reunión
extraordinaria con sus tres hermanas restantes, las únicas que le quedaban;
así, junto a las viudas de sus hermanos y sus hijos decidió el destino de la
fábrica. Aquel día eligieron continuar con las enseñanzas de sus predecesores y
votaron por el menor de los hermanos, por Isaac Lindley para que sea gerente de
la empresa.
Asumió la gerencia en 1945, apenas finalizada la Segunda Guerra
mundial. No obstante, la situación del Perú y de la empresa no era la esperada:
las consecuencias de la guerra podía apreciarse en una restringida actividad
comercial. Pese a ello, Lindley incentivó el cambio de imagen de su marca y
promovió su desarrollo. Para entonces Inka Kola ya se encontraba en la mesa de
la mayoría de los limeños, algo que le costó lograr en algunos años, desde que
apareció en el mercado peruano el 18 de enero de 1935, coincidiendo con el 400
aniversario de la ciudad de Lima.
El esfuerzo de innovar
Bajo su
mando, la fábrica adquirió la primera máquina automática que embotellaba 36
unidades por minuto; cambió la botella con etiqueta por una propia con la marca
en alto relieve, y renovó la frase publicitaria. La nueva sería: “Inca Kola
solo hay una y no se parece a ninguna”.
El
“benjamín” de la familia inició el proceso de expansión de la empresa a nivel
nacional para lograr que Inca Kola tuviera un lugar en los hogares peruanos y
competiera fuertemente con Coca Cola que ya había llegado al Perú en 1936. Para
lograr su propósito estableció alianzas con otras empresa del ramo: Cassinelli
en Trujillo-Piura, Panizo en Ica, Siu en Cusco y Arequipa, Martorell en Tacna y
Moquegua y Higushi en la selva central.
El valor humano
La gente
con la que trabajaba y el cliente tomaron valor. Pocos empresarios peruanos
pensaban así. El “Míster”, como lo llamaban en su empresa, fue el creador de la
cultura organizacional, una filosofía orientada al público que hasta el día de
hoy perdura como una marca institucional. Lindley predicó con el ejemplo.
Trabajó ininterrumpidamente desde los 14 años de edad. Sus jornadas diarias
eran de 12 ó 14 horas y siempre fue el primero en llegar y el último en irse.
Algunos
trabajadores de la empresa contaban a los diarios que durante el día el
“Míster” bajaba a la planta de producción para hablar con ellos y antes de
retirarse en la noche hacía su última visita. Viajaba continuamente a las
provincias donde tenía sucursales, y si algún colaborador estaba enfermo, él
mismo lo visitaba para enterarse de su estado de salud o saber si le faltaba
algo a él o a su familia.
El modelo
de gestión que creó llamó la atención de los sectores académicos. En 1997, la
Universidad de Harvard reconoció el éxito de la empresa y decidió incluirlo
como materia de estudio para los alumnos que cursaban el último año de la
carrera de administración de negocios. En reiteradas ocasiones, don Isaac fue
premiado como el empresario social y líder industrial del Perú.
Víctima de un paro cardiaco, el 18
de octubre de 1989, Isaac Lindley Stoppiane dejó de existir. Fue un pionero. Un
hombre de acción y un progresista. Es fue su legado al país.
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